
Quemas la tierra, pero la maleza volverá. No hay rastrillo capaz de asegurar que no reaparezca.
En igual medida, la oscuridad no nos es indiferente; no mueve un dedo para hacerse notar, y como las semillas enterradas en profundos horizontes de suelo, también planean en el aire y germinan a destiempo. Imposible repelerlas. El esfuerzo debería procurar acostumbrarse a ellas, aceptar su savia amarga, seguir las instrucciones de su perentoriedad, empezar a decorar con la flor de la malva, y dejarlas seguir creciendo entre los arbustos acabados, luminosos y comedidos del jardín.
Al final, de alguna manera la maleza logra reproducirse tan magistral, y no por ello resulta menos agradable su polen cuando crea apenas deleznables, memorables flores, que merecen su belleza por la increíble velocidad como cubren el campo y lo inundan todo, todo, todo, con la opacidad espesa de la verdad."
Hanzel Lacayo
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