De oro las botas, pero descocidas;
y el collar desfalcado
de su eslabón más flojo…
Está el número siete en su dado
marcando mi curso como flecha
abriéndose paso contra barlovento,
¡Cómo el orden sobreviene al caos!
Que hasta mi cigarrillo quemado
tirita de noche en el frío.
Todo al revés, pero no precisamente,
porque al final, un lado de las tinieblas
siempre da al sol.
¡Te espero harapiento
sobre el palacio enterrado!Tomado de "El libro de las separaciones" (2014)
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